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José Vicente ALONSO hizo lo imposible por debutar y lo consiguió. Lo hizo en Barcelona, en el frontón Principal Palacio donde llegó a jugar algún que otro estelar suelto aprovechando que parte del cuadro estaba de vacaciones. No desfalleció soñando con lograr el sueño americano de jugar en algún frontón de los EE UU. La huelga de puntistas del año 1988 frenó la más remota posibilidad. Lo consiguió pero de visita, donde sí llegó a conocerlos como espectador. Apasionado de la cesta-punta, del jai-alai, destila pelota por todos los poros. Ha publicado un libro: Jai Alai Player, uno que no dejará indiferente a nadie. Su crónica sobre la Barcelona canalla, ciudad de "putas, policías y pelotaris", en sus propias palabras, no tiene desperdicio. Tampoco lo tiene su relato sobre Milán, la ciudad, el frontón, el intendente... Toda persona, todo pelotari tiene su historia. La de Alonso es la de un pelotari modesto, la otra cara de la moneda, no la de las figuras, sino la de cientos de puntistas anónimos que han desplegado su juego en numerosos frontones. Han sido la mayoría. Y Alonso ha dejado constancia con su libro: Jai Alai Player.
José Vicente ALONSO hizo lo imposible por debutar y lo consiguió. Lo hizo en Barcelona, en el frontón Principal Palacio donde llegó a jugar algún que otro estelar suelto aprovechando que parte del cuadro estaba de vacaciones. No desfalleció soñando con lograr el sueño americano de jugar en algún frontón de los EE UU. La huelga de puntistas del año 1988 frenó la más remota posibilidad. Lo consiguió pero de visita, donde sí llegó a conocerlos como espectador. Apasionado de la cesta-punta, del jai-alai, destila pelota por todos los poros. Ha publicado un libro: Jai Alai Player, uno que no dejará indiferente a nadie. Su crónica sobre la Barcelona canalla, ciudad de "putas, policías y pelotaris", en sus propias palabras, no tiene desperdicio. Tampoco lo tiene su relato sobre Milán, la ciudad, el frontón, el intendente... Toda persona, todo pelotari tiene su historia. La de Alonso es la de un pelotari modesto, la otra cara de la moneda, no la de las figuras, sino la de cientos de puntistas anónimos que han desplegado su juego en numerosos frontones. Han sido la mayoría. Y Alonso ha dejado constancia con su libro: Jai Alai Player.