No han pasado muchos años desde que Juan Ingaramo

debutase con aquel rupturista “Pop Nacional”, pero sí han pasado muchos Juanes

Ingaramos en estos apenas siete años que el cordobés lleva de trayectoria oficial.

Y es que, en cuanto a sonido y producción, sí que existe

la percepción de que el argentino ha ido acercándose a diferentes tendencias y

tradiciones; pero, en realidad, la vocación desde el inicio se ha mantenido

inalterable más allá de que haya coqueteado con el indie, con el reggaetón, con

la electrónica, el r&b o la cumbia: reivindicar el encanto de lo popular, y

las canciones pop redondas.

Eso es lo que continúa haciendo en “La Batalla”, un

cuarto álbum de estudio que llega tras la internacionalización que consiguió

con “Best Seller” tres años atrás, y tras una serie de singles como “Cambias mi

amor”, “Cuartefunk”, “Clave” o “Romeo y Violeta” en los que dejaba entrever su

conexión cada vez más evidente con la tradición tropical de su Córdoba natal

(concretamente, con el rearme y resignificación del cuarteto), pero también con

ese encanto de lo populoso, pero fuera de lo estandarizado.

En “La Batalla” hay mucho de eso. Más allá de mantener

ese pie en lo urbano-contemporáneo que también es muy pop (de ahí sus

colaboraciones con Ms Nina o YSY A), el álbum destaca especialmente cuando

se acerca al sonido de la cumbia argentina de los años ’90 (“La Batalla”

suena como si fuese el heredero de Antonio Ríos o Los Palmeras), al sonido

del mambo-pop noventoso de Chayanne o Elvis Crespo (“El Fenómeno del

Mambo”), al bolero sexy a lo Luis Miguel (“No Necesito”) o a la

salsa-pop a lo Chichi Peralta (“Incocente”).

Y aunque sea en esas reconstrucciones de géneros camp de

hace casi tres décadas que destaque más el álbum, también deja buenos y santos

hits en la órbita de un pop-etón sexy, casi r&b (“No me llama” o

“Casamiento”) o incluso recuerda al J Balvin más dub de “Vibras” (en “Hello

Goodbye” recuerda a “Ambiente”) a una facción reggaetonera apta para el Sónar

(“Buena idea”). Muchos Juan Ingaramo en uno solo: el que va a la caza del

pop allá donde habite.