Existen tantos Juan Wauters que es
imposible describirlos con palabras. A lo largo de una
carrera que empezó a principios del nuevo siglo con su antigua banda The Beets
ha ido picoteando en diversos géneros, desde ese garage energético de sus
inicios hasta una carrera en solitario donde a cada paso iba ganando más
peso su herencia latinoamericana y, con ella, el uso del español en las letras.
Su nuevo disco es un compendio honesto de quién es en
2021 este uruguayo que se mudó hace dos décadas al barrio multicultural de
Queens en Nueva York. Allí coincidió con otros artistas desenchufados de origen
latino, desde Helado Negro hasta Tall Juan, quienes han ido formando una
escena efervescente que no para de mutar y establecer conexiones con
artistas norteamericanos como Mac DeMarco.
Entre sus referencias hay posos del dreamcore
que desde hace un tiempo ha empezado a reivindicar la Generación Z (la
música nostálgica con destellos oníricos y melodías bonitas), pero también del
pop de dormitorio, la psicodelia lo-fi y hasta la tradición del crooner
costumbrista.
En realidad, si hubiera que comparar este álbum con
algún proyecto anterior el nombre más apropiado serían The Beatles, por su
habilidad para las armonías, el talento lírico y esa versatilidad
apabullante para saltar de un estilo a otro, o incluso Daniel Johnston, por el
irresistible encanto de unas canciones disfrazadas de sencillez pero que
guardan adentro todo eso tan especial que nos hace humanos.
José Fajardo.