¿Qué música debería hacer una artista nacida en la
República Democrática del Congo que creció en Buenos Aires, cuyas mayores
inspiraciones son iconos de la música afrocubana como Celia Cruz y La Lupe, que
a los 14 años se fue a vivir a Londres, que ha formado parte de la
banda afroperuana Malambo y de la banda afrocubana Wara, que ha protagonizado
algunos de los espectáculos musicales más importantes de la London Afrobeat
Collective y que acaba de fichar por Strut, un sello británica especializado en
músicas del mundo?
Imposible delimitar el campo de acción sonora de una
artista tan babélica, inquieta y poliédrica como Juanita Euka. El
párrafo anterior sirve como introducción y muestreo del alcance que habita en el
registro artístico de la congoleña, y así lo plasma en su primer álbum
enteramente en solitario, cuatro años después de firmar junto a la banda de
música fusión Animanz un álbum de título bastante premonitorio: “Exotic Other”.
Ahora, con “Mabanzo” abraza la música de sus raíces
africanas, pero pasada por una coctelera de inspiraciones afrolatinas e incluso
del folclore sudamericano que ayuda a explicar no solo su música, sino el
origen de prácticamente todas las músicas latinas, rompiendo precisamente con
la idea de que lo “exótico” es lo africano.
Tanto cuando firma canciones de clara inspiración
sudamericana (“Sueños de libertad”) como cuando encuentra el groove tanto del
funk (“Alma seca”) como de una orquesta de salsa fusión (“For All It’s Worth”).
Lo cierto es que los momentos más lúcidos e interesantes es donde esa mezcla
de raíces y tradiciones sonoras se funden en un artefacto nuevo, como sucede en
“Nalingi Mobali Te”, “Mboko Moko”, “Motema” o “Baño de Oro”, como si sonase a
una suerte de Fela Kuti del Siglo XXI.
Alan Queipo.