Eva y Iván se conocieron de una manera un tanto peculiar. En una fiesta de amigos en común, Eva se encontraba disfrutando de una noche tranquila, cuando una apuesta juguetona entre sus amigos los unió. La propuesta era simple: dos personas se retaban a realizar un juego de preguntas y respuestas, con la condición de que el perdedor debía cumplir con una tarea un tanto embarazosa.