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Hoy cerramos la tercera bienaventuranza: “Bienaventurados los mansos”. La mansedumbre no es debilidad, es poder bajo control, fruto de un corazón rendido a Dios. Aprendemos cómo vivir con un espíritu apacible, capaz de reflejar la humildad de Cristo.
By IDEC, Techo VerdeHoy cerramos la tercera bienaventuranza: “Bienaventurados los mansos”. La mansedumbre no es debilidad, es poder bajo control, fruto de un corazón rendido a Dios. Aprendemos cómo vivir con un espíritu apacible, capaz de reflejar la humildad de Cristo.