La vergüenza y el sufrimiento "no" son una barrera hacia el amor de Dios, sino un puente hacia la transformación absoluta, la victoria, la libertad y la esperanza. En la emboscada de amor ya no eres tu buscando a Dios en medio de tus circunstancias, ahora es Dios buscándote a ti en lo más profundo de tu cueva, es como un amor furioso, un amor que dice: "vengo a rescatar lo que me pertenece y no hay nada que lo pueda impedir", cuando Dios se propone algo, nadie lo puede detener.