Lido
Pimienta, Ela
Minus, Lucrecia Dalt, Tei Shi, Las Áñez, La Muchacha… Las mujeres
de Colombia siguen marcando el paso de la música en un año marciano en el cual, a falta de grandes
festivales y giras internacionales, han salido algunos de los trabajos más
importantes de los últimos tiempos. Kali
Uchis es quizá la que tenga un mayor alcance global de todas
ellas. Por eso es todavía más importante que este esperadísimo segundo
disco venga con una reivindicación poderosa de su latinidad a través de
unas letras cantadas (por primera vez desde sus inicios en 2015) en su mayoría
en español y de un homenaje a los sonidos con los que creció antes de irse a
Estados Unidos.
En una
época donde las estrellas duran lo mismo que las stories de Instagram, donde
todo es líquido y tiene fecha de caducidad, Kali Uchis
sigue construyendo su carrera a imitación de las grandes estrellas del siglo
pasado: su personaje crece con cada obra,
reforzando su singularidad (esa imagen que mezcla la diva latina con el reverso
oscuro de Hollywood, como una Lana del Rey reggaetonera) y mostrando
nuevas aristas excitantes y sorprendentes. Mientras otras refuerzan los
barrotes que afianzarán su futura jaula ella se construye unas alas de ángel
para sobrevolar un cielo que todavía no existe.
Lejos de
conformarse con ser una más en la pujante industria latina en Estados Unidos,
la autora del sobresaliente debut ‘Isolation’ (2018) se confirma con este
trabajo como una de las voces más singulares del momento: su música suena a
neo soul y r&b pero también a trap y dembow. Da igual el género al que
se acerque porque ella lo envuelve todo en un glamour malsano y sensual, con
ecos a la elegancia romántica de las películas del chino Wong Kar-wai pero
también a los antros nocturnos de los suburbios de Medellín donde se brinda con
aguardiente y se huele el peligro.
José Fajardo