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Keith Haring transformó la ciudad en un lienzo vivo: bebés radiantes, perros que ladran y corazones gigantes convirtieron muros y estaciones de metro en símbolos de esperanza, humor y protesta. Sus líneas siguen bailando hoy, recordándonos que el arte puede ser fiesta y resistencia al mismo tiempo.
By Andres Amadeo Jejen PaezKeith Haring transformó la ciudad en un lienzo vivo: bebés radiantes, perros que ladran y corazones gigantes convirtieron muros y estaciones de metro en símbolos de esperanza, humor y protesta. Sus líneas siguen bailando hoy, recordándonos que el arte puede ser fiesta y resistencia al mismo tiempo.