La realidad sólo puede ser una "amenaza" para lo ilusorio, ya que lo único que la realidad puede defender es la verdad. El hecho mismo de que percibas la Voluntad de Dios--qué es lo que tú eres-- como algo temible, demuestra que tienes miedo de lo que eres. Por lo tanto, no es de la Voluntad de Dios lo que tienes miedo, sino de la tuya.