El sufrimiento en la vida del creyente tiene un propósito glorioso: conformarnos a la imagen de Jesús. El Señor Jesucristo, el producto finalizado y dulce , aprendió obediencia por lo que padeció. El predicador nos recuerda que, al seguir Sus pasos, nuestra vida será agitada de forma providencial para evitar que el pecado corrompa nuestros corazones. Si estás siendo vaciado de "jarrón en jarrón," este mensaje te consolará, mostrándote que este proceso es la expresión del amor y la devoción de Dios por ti.