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LA APREHENSIÓN
Su admisión se encuentra en Hechos 20:22: “Y ahora, he aquí, atado en espíritu, voy camino a Jerusalén. Salgo, sin saber lo que me sucederá
allí”.
Esas diecinueve palabras contenían mucha emoción. ¿Cómo se sintió? Atado en espíritu. ¿Por qué estaba intranquilo? Sin saber qué será de él. Eso es aprehensión. No es pecado ni es motivo de vergüenza. Es más bien una prueba positiva de que eres humano.
Desafortunadamente, tiende a sofocar tus sueños placenteros al colocar una almohada sobre tu fe. La aprehensión pondrá un freno a tu visión y te enseñará a darte la vuelta y hacerte el muerto cuando las estadísticas aterradoras y los
informes pesimistas chasquean los dedos. Pablo se negórotundamente a correr cuando la aprehensión le silbó. Aunque reconoció abiertamente su presencia, se mantuvo firme con las resonantes palabras de Hechos 20:24: “Pero no estimo mi vida como algo querido para mí mismo, para poder terminar mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús”.
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By José Nuñez DiéguezSu admisión se encuentra en Hechos 20:22: “Y ahora, he aquí, atado en espíritu, voy camino a Jerusalén. Salgo, sin saber lo que me sucederá
allí”.
Esas diecinueve palabras contenían mucha emoción. ¿Cómo se sintió? Atado en espíritu. ¿Por qué estaba intranquilo? Sin saber qué será de él. Eso es aprehensión. No es pecado ni es motivo de vergüenza. Es más bien una prueba positiva de que eres humano.
Desafortunadamente, tiende a sofocar tus sueños placenteros al colocar una almohada sobre tu fe. La aprehensión pondrá un freno a tu visión y te enseñará a darte la vuelta y hacerte el muerto cuando las estadísticas aterradoras y los
informes pesimistas chasquean los dedos. Pablo se negórotundamente a correr cuando la aprehensión le silbó. Aunque reconoció abiertamente su presencia, se mantuvo firme con las resonantes palabras de Hechos 20:24: “Pero no estimo mi vida como algo querido para mí mismo, para poder terminar mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús”.