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La profecía de Malaquías, dirigida a Israel, comienza con la afirmación del amor de Dios por su pueblo, contrastando a Jacob con Esaú y condenando la actitud arrogante de Edom. Gran parte del texto se centra en el **culto defectuoso y contaminado** ofrecido por los sacerdotes, quienes han despreciado el nombre del Señor al traer ofrendas cojas, ciegas y enfermas, y profanar Su altar. Además, el Señor denuncia la **infidelidad de Judá**, especialmente en el tema de los matrimonios con mujeres extranjeras y la traición a las esposas de la juventud. Se advierte sobre el inminente **juicio de Dios**, que purificará a los levitas y juzgará a quienes cometen injusticias, incluyendo la explotación y el fraude en los diezmos. A pesar de las insolencias del pueblo, Dios promete un **día de purificación y bendición** para quienes le temen, mientras que los soberbios y malvados serán destruidos, con el profeta Elías preparando el camino antes de la llegada de ese día terrible.