Nadie se casa para ser infeliz. Todos aspiran a tener una mejor vida como casados que la que tuvieron de solteros. Las recepciones matrimoniales están repletas de buenos deseos, de aspiraciones, sueños, ilusiones. Todas ellas manifestando un bienestar futuro y un porvenir maravilloso. Es más, en algunas ceremonias nupciales han censurado las palabras: enfermedad, tristeza, dolor, malos tiempos, etc. pues eso haría, según ellos, que el recién formado matrimonio tuviera que enfrentar adversidades, las cuales fácilmente podría evitarse proclamando solo palabras positivas y buenos deseos sobre éste.

¡Esto sería estupendo!

Que los nuevos hogares estuvieran repletos de buenos tiempos y vacíos de los malos. Que las desgracias nunca les alcanzasen. Que los infortunios nunca hicieran su aparición frente a las puertas. Que las calamidades se mantuvieran muy lejos y que los accidentes y fatalidades no ocurrieran jamás.

Sin embargo, en el 99% de los casos, los malos tiempos suelen aparecen repentinamente frente a los hogares. Los tropiezos vienen y los matrimonios deberán saber cómo encararlos.

**** LA BIBLIA COMO NUNCA ANTES LA HABIAS ESCUCHADO