El cristianismo considera que si logramos compartir la humildad y el sufrimiento de Cristo, a su vez compartiremos su conquista de la muerte encontrando una nueva vida después de morir en la cual seremos criaturas perfectas y plenamente felices. Esto es visto como un paso más allá del hombre, como evolución ya que en Jesús aparece un nuevo tipo de hombre y un nuevo tipo de vida que va a ser colocada en nosotros.

Cristo enseñó a sus seguidores que los tres factores que propagan Su vida, la nueva vida hombre son: el bautismo, la fe y la Santa Comunión. Aun habiendo cumplido con estas tres cosas, un cristiano puede perder la vida de Jesús que ha sido puesta en él por lo que debe esforzarse para mantenerla. Un cristiano no es un hombre que nunca hace mal, sino una persona capaz de arrepentirse, levantarse y comenzar de nuevo porque la vida de Cristo está dentro de él.

Otras personas creen que si son buenas van a agradarle a Dios, esperando que los ame porque son buenos. En cambio, el cristiano piensa que todo el bien que hay en él y que hace proviene de la vida de Cristo, presente en su interior, cree que Dios los hará buenas personas porque los ama. De este modo, los cristianos, al decir que Cristo está “en ellos”, no se refieren únicamente a que piensan en El y lo imitan, sino, también, a que Cristo opera a través de ellos. Esto explica por qué la nueva vida no se propaga solamente a partir de actos mentales, es decir, la fe, sino que, a su vez, lo hace por actos corporales como el bautismo y la Eucaristía.

Por último, los cristianos creen que Dios va a llegar en todo su poderío pero que nos está dando la posibilidad de ponernos de su lado libremente como parte de nuestro libre albedrío. Llegará un momento en el que Dios invadirá y esto significará el fin del mundo debido a que El se presentará sin disfraz, lo cual será tan abrumador que provocará amor u horror en toda criatura. Será aquel el momento en el que descubramos qué lado hemos elegido.