Gilberto Bosques llega como Embajador a Cuba alrededor de un año después de que el General Fulgencio Batista tomara el poder con un golpe de estado. En un clima de opresión y excesos de poder en la isla, así como la antipatía del Gobierno mexicano por este dictador, el Embajador Bosques mantiene la convicción de que la dignidad de la persona va más allá de política.