Uno de los mensajes más contundentes del Evangelio es la realidad de la culpabilidad humana delante de Dios. No se trata de una opinión o una perspectiva teológica aislada, sino de una verdad central que atraviesa toda la Escritura: el ser humano, en su estado natural, está completamente separado de Dios a causa del pecado. Esta separación no distingue entre culturas, religiones o niveles de moralidad; es una condición universal.
El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, realiza un análisis profundo que derriba cualquier intento humano de autojustificación. Su exposición es clara: todos están bajo pecado. Y estudiaremos dos puntos para entender el mensaje:
1. La denuncia
2. La acusación de Dios
a. El carácter de los acusados
b. La conversación de los acusados