En dónde estaría desde la primera vez que empecé a aplazar los sueños en mi adolescencia, que no hubiese tenido temor a fracasar, que hubiese continuado con mis ideas haciendo caso omiso a la voces externar, quizá no lo logré saber, pero hoy decido continuar con este proyecto que me gusta y me hace bailar de emoción, porque me está motivando a levantarme cada día, aunque sienta pánico...