Ni los disfraces, ni las bromas dan miedo. Al revés, resultan pedagógicos, en muchos casos, para aprender a relacionarnos con nuestros miedos.
El verdadero miedo proviene de los fanatismos que pretenden decirnos cómo vivir y cómo divertirnos.
Basado en hechos irreales. ¿o no?