MESCO's Layers and Lines

La fuerza del punto


Listen Later

Hola, soy Marianne, y hoy quiero hablarles de una artista a quien admiro profundamente: mi amiga Eli Pimentel, y de su más reciente exposición, La Fuerza del Punto, presentada en el Caracas Country Club.

Hay artistas cuya obra te invita a mirar.Y otros, como Eli, cuya obra te enseña a ver.

Conocer su trabajo ha sido, para mí, una experiencia de observación lenta, casi meditativa.Su pintura no busca impresionar: busca permanecer.En ella, cada punto, cada trazo, es una afirmación silenciosa de que la pintura —esa forma ancestral de mirar y de pensar— todavía tiene algo esencial que decirnos.

A nivel personal, me conmueve ver cómo nuestras trayectorias —tan distintas en técnica y forma— se cruzan en un mismo impulso: el de hacer del arte una herramienta de pensamiento.

Ambas trabajamos desde el ritmo.Desde la estructura que organiza el caos.Y, sobre todo, desde esa necesidad obstinada de construir sentido en medio de la incertidumbre.

Eli, con su pintura, y yo, con mi geometría, compartimos algo más que el oficio: compartimos la fe en la forma.La confianza en que cada línea, cada punto, cada plano de color, puede contener una verdad, una memoria, una emoción.

En La Fuerza del Punto, Eli muestra que la pintura sigue siendo un acto de fe.Una manera de sostener la mirada en un mundo que, constantemente, nos pide pasar la página.

Sus paisajes no son simples representaciones del territorio venezolano.Son espacios de reconciliación entre lo que fue y lo que sigue vivo.Entre la pérdida y la permanencia.

Cada punto contiene un fragmento de memoria, un gesto de resistencia ante la velocidad y el olvido.

El proceso creativo y la mirada

En el taller de Eli, el tiempo tiene otra medida.Allí, el proceso no se rige por la inmediatez, sino por la atención.Por esa mirada que observa y se demora.

Eli pinta con una paciencia que me recuerda la respiración.Cada punto parece una nota dentro de una partitura silenciosa, un ritmo que se expande y se repliega.

Su técnica combina precisión y entrega.Hay en su trabajo un diálogo constante entre el gesto y el pensamiento, entre la mancha y la estructura, entre el impulso emocional y la composición racional.

Y lo más hermoso es que, detrás de esa aparente calma, hay una energía profunda: la certeza de que pintar sigue siendo una forma de pensar el mundo.

Ver la evolución de Eli Pimentel es también ver la historia de una artista que se ha reconciliado con su identidad.

Desde Boston hasta Caracas, desde la influencia del impresionismo hasta la observación atenta del paisaje local, su obra ha ido tejiendo una narrativa coherente sobre pertenencia, observación y belleza.

Y aunque el camino del arte sea hoy más exigente que nunca —por la falta de apoyo institucional, por la necesidad de autogestionarse, por la presión del ritmo digital—, hay algo que sigue intacto: la capacidad de la pintura para conectar.

La Fuerza del Punto no solo celebra la naturaleza venezolana.Celebra también la fuerza interior de quienes, como Eli, siguen apostando por el arte como un acto de resistencia, de contemplación y de amor.

El espejo compartido

Cuando miro la obra de Eli, me reconozco en ella.No porque nuestras estéticas se parezcan, sino porque compartimos una raíz emocional: la búsqueda del orden dentro del movimiento, de la claridad dentro del ruido.

Esa afinidad va más allá de la forma.Tiene que ver con el modo en que entendemos el arte como lenguaje del alma, como espacio donde lo individual se cruza con lo colectivo.

Ambas —como tantas artistas venezolanas contemporáneas— trabajamos desde la conciencia de lo que significa crear en un contexto frágil, complejo y, muchas veces, incierto.Desde la distancia o desde la ciudad, seguimos apostando por un arte que piensa, que siente y que se sostiene en el tiempo.

Porque en un mundo que valora la rapidez y el algoritmo, pintar —y persistir en pintar— es, en sí mismo, un gesto político.Un acto de presencia.Una declaración de fe.

La fuerza interior del arte

La Fuerza del Punto es, al final, una metáfora de la vida misma.Cada punto que Eli deposita sobre el lienzo es una afirmación: estoy aquí, sigo mirando, sigo creyendo.

Y esa fuerza, esa fidelidad al gesto, es lo que une su trabajo con el mío, y con el de tantos artistas que insisten en construir sentido desde la belleza y la disciplina.

El arte, cuando nace de esa convicción, no busca ruido, busca verdad.Y en ese sentido, la obra de Eli Pimentel no solo habla de pintura: habla de la permanencia, de la memoria, del poder silencioso de lo que perdura.

En su punto, hay un universo contenido.Y en ese universo, una invitación a mirar —y a seguir creyendo— en la fuerza transformadora del arte.

Espero que hayas disfrutado esta entrega, y si quieres saber más de la obra de Eli, puedes visitar mi página Mesco’s: Layers and Lines™ o su instagram @Pimenteleli.

Nos vemos en la próxima,

Con cariño,

Marianne



This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit mariannesucre.substack.com
...more
View all episodesView all episodes
Download on the App Store

MESCO's Layers and LinesBy Marianne Sucre