Las suposiciones compartidas durante siglos en el mundo occidental sobre cuestiones ontológicas (la esencia de la realidad), epistemológicas (cómo sabemos lo que sabemos) y éticas (¿quién decide entre el bien y el mal?) aunque no han sido uniformes, se han gozado de categorías similares. Sin embargo, durante los últimos 3 siglos, han sido divorciadas por completo de cómo se ha entendido la experiencia humana. Lo anterior ha afectado la identidad del individuo, familia, el estado y la iglesia. Al entender mejor cómo hemos experimentado estos cambios tan drásticos, podremos saber a nivel de fundamento cómo desafiar a los movimientos actuales y forjar una cosmovisión bíblica en la siguiente generación.