Cuando era chica y estaba en el jardín de infantes, con mis compañeros teníamos un libro con las hojas en blanco. Ese libro iba pasando de mano en mano cada semana hasta llenarse. Nos lo llevábamos a casa, buscábamos una foto que nos gustara para compartir y escribíamos algo sobre ella. Me encantaba llevármelo, ver las fotos de los demás, introducirme un poco dentro de cada hogar, dentro de cada historia.