Fue algo inusitado, quienes ahora se manifestaban públicamente en la Glorieta del Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México, no eran los maestros ni los allegados a los desaparecidos; sino un grupo de mujeres y varones, elegantemente vestidos, que protestaban con un gran letrero con la leyenda “Exigimos un sistema nacional anticorrupción competo”. Eran los representantes de los empresarios mexicanos, que expresaban su oposición a las modificaciones a la legislación anticorrupción aprobada por el Congreso y que se encuentra en poder de la Presidencia, para su aprobación final.