A ellos se les pide demasiado, que acepten, que sean pacientes, que esperen, que comprendan! Pero ellos son tan hijos cómo el otro y merecen el abrazo, el reconocimiento, el tiempo, su espacio.
Se convierten en los invisibles cuando van al jardín, a la colonia de vacaciones y hasta en reuniones familiares: todos ven llegar a su hermano primero, y detrás, como si estuviera lejos o fuera menos importante...ellos.