Decía mi padre que la mejor cátedra es la sed y el hambre. Y el Ecuador hoy vive un momento en que la vida nos vuelve a dar una cátedra. Una cátedra que lamentablemente los ecuatorianos y especialmente su dirigencia, por lo general, no le entiende. La crisis global nos lleva a un proceso austeridad. Donde la única forma de crecer es entendiendo lo sustantivo: que hay que gastar menos cada día para lograr los equilibrios necesarios de la sociedad. No lo digo yo, lo dice el presidente, el canciller alemán, y lo manifiesta igualmente las políticas de la Cuba, tan felicitadas por su grandeza. Es momento de las restricciones y de los esfuerzos. Y en mancomunidad, tenemos que aprender de esa cátedra que decía mi padre es vital. La sed y el hambre son la mejor cátedra. Hasta el próximo encuentro.