Europa empezó a fijar su identidad cultural a partir de la Batalla de Poitier en el año 732, cuando el abuelo de Carlomagno detuvo la invasión musulmana en seco. Y después del intervalo de las dos guerras civiles del siglo XX, la I y II Guerra Mundial, Europa comenzó a recibir una fuerte corriente migratoria. Docenas de millones de hombre en edad laboral murieron en el conflicto y muchos países quedaron adictos a la inmigración para salir adelante. Una pregunta que se hacen muchos es si la creciente migración desnaturalizará la identidad del viejo continente, o si es más bien la relativización cultural. Este es el primero de varios episodios sobre el tema.
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