Un proceso de muerte se puede dividir en cinco claras fases por las que el moribundo pasa. Éstas fases tienen una duración muy diferente y flexible, algunas pueden tratarse de minutos o incluso segundos, como en los casos de muerte súbita, pero también horas, días, incluso semanas. Aun así suelen suceder de forma rápida activa.
Estas cinco fases están orientadas a la disolución de la vitalidad del cuerpo humano, basado en los cinco elementos que la componen, tierra, agua, fuego, aire y espacio.