Jerónimo colecciona palabras, las que escucha, las que ve escrita, las que no sabe el significado pero que le gustan como suenan. Su colección se hace tan grande que empieza a catalogarlas por tipos: tristes, alegres, científicas, gentiles… hasta que un día, mientras movía las libretas con sus palabras preferidas, se cayó y todas las palabras se mezclaron… lejos de suponer un problema, Jerónimo se dio cuenta de que esto era una perfecta oportunidad.