El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo. —Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe. —1 Samuel 17:37
Si recordamos los milagros que Dios ha hecho en el pasado con asombro y un corazón agradecido, no caeremos tan fácilmente en la preocupación y el miedo cuando tengamos nuevos desafíos que enfrentar. Cuando David se enfrentó a Goliat, recordó al león y al oso que ya había matado con la ayuda de Dios. Debido a que recordó lo que Dios había hecho, no tuvo miedo de su situación con Goliat.