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La palabra errante 5×03: Agárrame la escoba


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¿Cuántas veces ha pasado que cuando todo va mal, se busca un culpable? Un partido de fútbol perdido, un divorcio, un suspenso en una asignatura, o la mismísima COVID. Necesitamos a alguien en quien verter la rabia y la frustración que nos provoca el no poder controlarlo todo. ¿El hijo de… del árbitro? ¿El cab…de la pareja? ¿El maldito profesor que nos tiene manía o el maldito chino que se comió un pangolín?

No me mires, yo no he sido, ha sido el chino.

Pues lo mismo pasó con las brujas, hechiceras, parteras, o simplemente vecinas. Esas que al principio se acudía para que ayudaran al parto o para que les dieran unas hierbas para pasar el dolor de regla o un amuleto para conquistar al amado o encontrar un trabajo, se convirtieron en las culpables de que el niño muriera, de que no pudieran quedarse embarazadas, de que hubiera mala cosecha, o de no encontrar trabajo. ¡Ay! No, de eso tienen la culpa los inmigrantes.

Esas señoras que antes se consideraban sabias, ahora empezaban a ser peligrosas.

Las mismas mujeres que antes habían ayudado ahora se las acusaba de todas las desgracias porque vivían solas, tenían un gato negro, bailaban, eran extranjeras, volaban con la escoba, tenían un carácter fuerte o copulaban con el diablo. Cualquier cosa que hicieras que pudiera molestar al vecino, podía ser visto como un acto de brujería. Se convirtieron en la cabeza de turco antes de que llegaran los judíos, luego les pasarían la pelota. Me lo imagino como vivir dentro de la casa del Gran Hermano. Una vez acusada de brujería, se confiscaban los bienes y esto llenaba los bolsillos de los cazadores de brujas, los notarios que redactaban el acta, el verdugo e incluso al que contrataban para montar el patíbulo.

Visto ahora, desde nuestra óptica, podemos pensar que fue una cosa debida a la ignorancia de la época y que hoy esto no pasaría. Pues no, hoy también creemos algunas Fake News o pensamos que Brad Pitt nos invitará a cenar si invertimos unos cuantos miles de euros…

Se vende chalecito con todas las comodidades. Razón: Baba Yaga

Uno de los ejemplos más famosos de paranoia colectiva es el caso de las brujas de Salem.

En 1692, en una comunidad pequeña y puritana de Massachusetts, un par de chicas, Betty Parris y Abigail Williams, mostraron unos síntomas extraños tipo convulsiones, contorsiones, dolores abdominales e incluso alucinaciones. Un médico diagnosticó que estaban “embrujadas”, lo normal, vaya. Y las familias, en lugar de poner una denuncia por negligencia médica, acusaron a la pobre esclava Tituba y ella, en vez de quedarse calladita, dio un giro inesperado a la trama y confesó que había hecho un pacto con el diablo. Y la cuestión acabó como el Rosario de la Aurora (a 200 personas, en su mayoría mujeres, las acusaron de brujería, de esas hubo 30 condenas y 19 ejecuciones). Si hubiera existido El Doctor House, hubieran resuelto el problema y habrían llegado a la conclusión de que lo que les pasó a las chicas fue debido a un envenenamiento por cornezuelo.

¿Y eso qué es? Pues, para los que no lo sepan, el cornezuelo es un hongo del centeno que provoca efectos psicodélicos a quienes lo consumen. Antes el pan se realizaba con harina de centeno porque es un cereal mucho más económico y fácil de obtener que el trigo. Esto sucede, sobre todo, en tiempos de escasez. Una de las sustancias presentes en el cornezuelo es la ergotamina, un alcaloide del que se puede obtener la dietilamida de ácido lisérgico o quizás os suene más LSD.

Pero bueno, como no soy Walter White, dejaremos la química y nos centraremos en el tema de las brujas.

Hablaremos de la imagen mental que nos formamos cuando hablamos de brujas y veremos que no tenemos la misma concepción nosotras que una persona japonesa, una mexicana, una nigeriana o una rusa. Incluso en las diferentes regiones de España el concepto «bruja», «meiga», «sorgina» cambia. Además, solo en Europa, las brujas han tenido más cambios de imagen que Lady Gaga.

En fin, si quieres pasar un buen rato y conocer el arquetipo de la bruja y su evolución en la literatura, en el cine y en las series, ¡no te pierdas el programa! No te vamos a dar la clave para ser una experta en brujería, pero vas a pasar un buen rato.

Además, Rebeca nos explica cómo hacer algún conjuro muy interesante y fácil si tienes más de tres manos.

¿Te atreves?

Échame una mano, prima, que hoy viene mi novio a verme.

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