Se nos va de ojo el abuso de calificativos en las informaciones que ofrecen los medios, al punto de que nos pasan desapercibidos.
Principal exponente de la degradación del periodismo, que esconde el efecto perverso de quitar al receptor la capacidad para analizar e interpretar el sentido de aquello que se le cuenta.
Calificar las informaciones bebe de la idea, de la creencia anti periodística, de que al receptor hay que darle la información machacada porque no tiene tiempo para valorar, por sí mismo, el sentido de los hechos que se le cuentan. Perversión redoblada, cuando se califica por mimetismo, por desconocimiento de una regla básica del periodismo, o, peor aún, con un interés espurio. En todo caso, los efectos son los mismos: el de adocenar las mentes, porque la diferencia entre unos medios y otros solo está en el grado de hipérbole del calificativo que se aplica, con el efecto de introducirnos en una visión apocalíptica de la realidad. ¡Que no se te vaya de ojo!