La Biblia nos enseña que la reconciliación con Dios es posible solo a través de Jesucristo. En Colosenses 1:20, leemos: "Y por medio de él reconcilió todas las cosas consigo mismo, haciendo la paz por medio de la sangre de su cruz". Jesús es el puente que nos conecta con Dios.
La reconciliación implica la restauración de una relación rota. En el caso de la humanidad, nuestra relación con Dios se rompió debido al pecado. Pero Jesús vino a restaurar esa relación. En Romanos 5:10, leemos: "Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida".
La reconciliación a través de Cristo es universal. En Colosenses 1:20, se menciona que "todas las cosas" fueron reconciliadas con Dios a través de Jesús. Esto incluye a todas las personas, sin importar su raza, género o condición social. Todos podemos ser reconciliados con Dios a través de Jesucristo.
La reconciliación a través de Cristo tiene implicaciones prácticas en nuestra vida. En 2 Corintios 5:18, leemos: "Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió con él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación". Como creyentes, tenemos el privilegio de ser agentes de reconciliación en un mundo dividido y roto.