¿Como saber si algo viene de Dios?. El capítulo 10 de proverbios nos habla de que la bendición de Dios nos enriquece y no añade tristeza con ella. Acompáñame en este podcast.

Un escudo es el arma más usada por el ser humano. ¿Pero quien es nuestro verdadero escudo?. Acompáñame en este devocional basado en Salmos 18:2.

Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.

Salmos 37:4 NTV

La palabra deleite tiene relación a algo que te causa gusto , algo bonito en el cual quieres pasar tiempo. En este versículo el salmista nos instruye a que nos deleitamos en el Señor , que sea eso bonito que siempre deseamos buscar primero en nuestras vidas. Y de acá puede derivarse una pregunta: ¿Nos estamos deleitando en el Señor?. ¿O es otra cosa el deleite nuestro corazón?.

Al final este nos dice que el deleitarse en el Señor nos lleva a confiar en él y este nos concederá los deseos de nuestro corazón, pero en su voluntad no en nuestros caprichos. A veces confundimos que el señor debe concedernos todo lo que le pedimos y muestra lo que realmente está en nuestro corazón. Busquemos pasar tiempo con el Señor, deleitemonos en su presencia y esperemos en el Es lo mejor que podemos hacer.

¿Y a quiénes hablaba Dios cuando juró que jamás entrarían en su descanso? ¿Acaso no fue a los que lo desobedecieron? Como vemos, ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad.

Hebreos 3:18‭-‬19 NTV

Basado en el Libro de Jay Dennis: Los hábitos de Jesús

Tomado del Libro: Los hábitos de Jesús de Jay Dennis.

Somos vasijas vacías que solo podemos ser llenados por nuestro Dios.

Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

Salmos 37:4 RVR1960

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Filipenses 3:13‭-‬14 RVR1960

Romanos 7:18: Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.