Abd al-Rahmán ibn Muhámmad, también conocido como Abderramán III, fue un personaje fundamental en la historia de al-Ándalus. Nació en enero del año 891 dentro de la dinastía Omeya y sucedió pacíficamente a su abuelo Abd Allah (ejemplo) en el año 300 AH (912 d.C), convirtiéndose en el octavo emir de Córdoba. Cuando subió al trono, el emirato era un estado en crisis: el poder central estaba tan debilitado que era prácticamente inexistente fuera de Córdoba y el territorio estaba fragmentado por focos de poder casi independientes. A esta inestabilidad se sumaban dos grandes amenazas externas: la expansión de los reinos cristianos del norte de la península y la creciente influencia de la dinastía fatimí en el Magreb.