En esta, la última entrega de este breve relato, sólo los más fuertes de espíritu prevalecerán... Pues les tengo kilos de música que valen su peso en oro, decibelio por decibelio. Quizá no todos vibren con entusiasmo en la misma frecuencia, pero recompensaré a los más morbosos con un cierre de lujo. Cerramos con los maravillosos años de la llegada de la perubólica y toda la cosmogonía incaica de la señorita Laura, habrá enanos y uno de mis fetiches secretos: ¡¡¡La pequeña Wendy!!!