Los vehículos se adueñan de las aceras y espacios peatonales en la ciudad de Comayagua, pareciera que importa más una señal, un policía de tránsito y no la armonía de trasladarse de un lugar a otro. Pero claro, hay que ver los antecedentes históricos de las urbes, los ciudadanos mismos entran en conflicto al llamarse al orden como sucede en la zona embotellada del mercado San Antonio, calle que conduce al este desde la Clinica Bendaña hasta el monumento La Madre, antiguo colegio Antonio José Rivas, semáforo de Robles, desde allí las dos señales Mall y cruce boulevard Roberto Romero Larios. Ya no existen horarios picos, el pasado de la ciudad deshabitada quedó reducido en la memoria . No es raro escuchar los hombres de la tercera edad, “antes de un solo tiro en bicicleta llegaba al extremo del Cuarto Centenario, eran raro los carros, la mayoría de los ciudadanos se conducía a pie”, dicen arrepentidos del desarrollo. Tienen razón al reducir su impotencia a nostalgia, las calles infartadas, el constante ruido de motores hacen ver desesperante la estadía en la ciudad. No han de faltar comentarios, “no se puede vivir ni andar a pie en la ciudad”, es obvio, el diseño desde su creación de la antañona trae sus defectos arquitectónicos, siguió la maqueta de Valladolid, España, haciendo memoria, de los años 1537, porque la de ahora es moderna, con toque colonial; los creadores de este entorno saludable pensaron en el bienestar de las grande mayorías. Los turistas se sientan, discuten, beben café, ríen, comen, lo curioso es que regresan al mismo sitio y no olvidan la conversación, el entorno contribuye para generar bienestar en el ser humano. El urbanista, Rafael Valladares, cree que el fin supremo de las ciudades recae en sus habitantes, pensando en: niños, jóvenes, adultos, tercera y cuarta edad, espacios humanos que valoren, identifiquen el espacio con propiedad por la emoción que los hace sentir.
La historia y todos los monumentos que componen esta ciudad son atractivos incuestionables, no obstante, para darles un valor necesita calles espaciosas, poco ruido, seguridad, comodidad. Es complicado ver cambios en el presente, cuando sus habitantes carecen del orden y limpieza. No es raro ver un policía municipal correr por su vida o un vendedor ambulante, gritos y reuniones que no llegan a nada cuando se carece de los dos elementos mencionados. ¿Qué hacer?, aunque el juez municipal, Felipe Arias, aplique las penas según ley, hoy o mañana será igual. La transgresión a la justicia no es nada nuevo, aplicarla se vuelve un interminable bucle. Es necesario que el patrimonio histórico de Honduras vuelva al señorío en el buen sentido de la palabra, la Comayagua moderna se diseñe apartándose de la histórica, pensando en calles espaciosas, parqueos, áreas verdes, fuentes; podemos pensar en la modernidad amigable con el medioambiente, espacios públicos, zonas vehicular. Aunque se sorprendan, Comayagua evoluciona hacia el sur, no obstante, desconocemos un plan maestro posmoderno, vale la pena considerarlo para que no dupliquemos las ciudades con los mismos defectos.