La ley española y europea ya recogen nuestro derecho a un Internet "universal, asequible, de calidad y no discriminatorio para toda la población".

Sin embargo, el Internet que más usamos está gestionado por empresas que a menudo nos obligan a renunciar a nuestros derechos.

Y eso es porque Internet nunca fue gratis; lo pagamos con nuestros datos.

Lo demuestran los cuestionarios de las cookies, auténticas puertas y porteros que han destruido la vieja experiencia de navegación libre por la world wide web.

Por otra parte, aunque el 90% de la población tenga un smartphone, muchas personas se encuentran en riesgo de exclusión digital.

Y esta afecta tanto al abuelito analógico como a la adolescente enganchada a las redes que no sabe mandar un email ni protegerse de las cíber estafas.

Los bares y la vida nocturna fueron el escenario obligado de la amistad de nuestra juventud. Y quienes no los pisaban pagaban un alto precio social.

Hoy lo comparamos con la obligación de los adolescentes de estar en redes sociales.

¿En qué se parece y en qué se diferencia la amistad nacida en los bares de la que hoy tiene cita obligada en las redes sociales?

Conectar con una comunidad online elegida y no impuesta por nuestro origen puede aportarnos aportarnos compañía, amistad, entretenimiento, conocimiento; experiencias sociales reales y significativas.

Y también oportunidades de comunicarnos tal y como somos, y hasta de organizarnos políticamente.

Pero todo eso puede irse al traste muy rápido cuando los convencionalismos sociales y el diseño mercantilista de las redes Meta -Facebook, Instagram y WhatsApp- nos devuelven a las relaciones sectarias, y nos abocan al cosmopaletismo de vivir para el que dirán.

¿Te acuerdas de cómo llegó el primer smartphone a tu vida? ¿Te acuerdas de cómo la cambió?

Yo sí, sobre todo porque me pilló viviendo en China.

Un país con su propio Internet, y con sus propias reglas del juego.

Corría el 2013 y el IPhone se había convertido en un objeto de culto mundial, un fenómeno cultural a la altura de Los Beatles.

Volver a ese momento me ha aportado una perspectiva importante para entender mi relación con el smartphone.

Bienvenido todo el mundo al primer capítulo de La vida online.