Dentro de las reglas que había en Israel para ir a la guerra, existía una que dictaba que “los que tenían miedo no podían ir”, esta regla tenía su razón en el sentido de que los temerosos podían hacer desfallecer a los demás guerreros. Los escribas hablaban al pueblo y le decían: “¿Quién tiene miedo y siente desfallecer su corazón? Que se vaya y vuelva a su casa, para que no desfallezca como el suyo, el corazón de sus hermanos” Deuteronomio 20:8.