De la misma forma que los coches necesitan gasolina o una fuente eléctrica para funcionar, el cuerpo también necesita combustible para desarrollar sus actividades. Este combustible lo conocemos como energía y se obtiene a través de la alimentación. Cada persona es un mundo y, por ello, la cantidad requerida de energía puede variar en función de su estilo de vida y de su fisonomía.