LA VOZ QUE FUE UN SUSPIRO-2

No hay nada tan tenebroso, tétrico o dulce como el tiempo,

es un zarpazo oculto, vende sus momentos al mejor postor,

no escucha, no recuerda, tan solo pasea dando vueltas en algún reloj.

Maldito estúpido, el tiempo es invisible, inexistente,

se esconde en las arrugas que tiene tu frente,

es viejo como la estirpe de la inquietud y abre

de par en par las lágrimas muertas que incurables

quedan siempre atrás.

Sus días son lentos cuando hay dolor

y nos abandona en las alegrías, vertiginoso,

asquerosamente se ríe de nosotros,

flota como el aire también invisible,

cuando en el final corre la cortina

y se va sin más dejándote solo llevándose el tiempo.

Fue como nosotros vino en los principios que fueron de todos,

se quedó en nosotros confundiendo espacios, bello, silencioso,

cerrando momentos cuando convenia, abriendo los años,

regando la vida, creándolo todo con ese sonido del aire vacío,

con esos colores que pone la noche en un mes de enero

cuando une los fríos al blanco y la sombra de esa sensación

de verlo pasar desde tu balcón en rostros ajenos, escondido

como los traidores en los corredores que tiene la piel

de toda esa gente, entre las arrugas que tienen sus frentes,

Hace muchos años lo encontré riendo frente a aquel espejo,

me estaba peinando mi joven tupé, eran carcajadas,

quise preguntarle cual era el porqué, se alejó riendo

me dejo tan solo mientras entreabría una puerta vieja

la puerta tenía letrero de oro, cerró de un portazo

diciendo, te espero en aquel letrero escrito en mi nombre.

Chema Muñoz©