LA VOZ QUE FUE UN SUSPIRO- 30
La tierra en que nací no dialoga de vida,
de encuentros ni horizontes, solo de ese desprecio
que atesoran algunos por otros humillados,
aquellos de las cabras, del moreno en la piel,
los que muelen el trigo para darles la harina
a inútiles puercos de pasillo y parquet.
Mi casa está muy sucia, con ladrones de vida
andando por las calles con cobardes oscuros
pagados por el hambre de quienes los recogen.
Mi patio vive un invierno con el frio de la parca
la que trae los torrentes, el barro, enfermedades
las de todos los tiempos, la de aquellos cobardes
que van de gabardina encondidos en sombras,
quemando los trigales.
Mi salón es legado de viejos cementerios
hablan cabezas gachas, con símbolos redondos
durmiendo en las solapas el momento propicio
para el golpe certero y comerse las cabras,
comerse los cabreros y destrozarlo todo
prendiéndolos con fuego.
Mi espada esta dormida como duermen los cuervos
el orgullo perdido, el honor por el suelo dejando a los ladrones
derecho de pernada con lo que fue del padre ganado por abuelos,
hemos dejado sueltos los lobos, las alimañas, asesinos, ladrones,
a los que deben ser encerrados por siempre, una comida al día
que sea de pan y agua.
Demonios destructores, usan esa amenaza “o es mío,
o no será de nadie”, los ojos se les torna como los de serpiente,
oscurecen la voz, sonríen tal las hienas y así ha sido siempre,
solo que en por antaño cortaban sus cabezas.
Mi lecho esta vacío, han cambiado las hembras por entes mal vestidos
de alma y de ropaje, son entes solitarios aunque coman
y beban de esos mismos brebajes, pócimas de lo oculto,
bebidas de salvajes.
Llevan escrito, tatuado en la piel la expresión del deseo,
del instinto de simios, montar, cubrir a otros, hembras
o machos sin importar qué especie, raramente es amor
es todo puro vicio, satisfacer la niebla por donde se camine
por llevar la contraria a la naturaleza, a la razón de ser,
raza, especie congéneres y desaparecer por pandemias extrañas
contagiando a inocentes de muertes mesetarias.
Todo es consecuencia de ir rompiendo reglas
que nos fueron impuestas por todos nuestros dioses,
podéis comer de todo lo que os hemos dejado,
mas no comais del fruto que cuelga de ese árbol.
Nos estamos volviendo simples por momentos,
lentos por lo nuestro, gleba desastrosa,
nos están preparando tumbas para escarchas
destierran la verdad, las costumbres de siempre
intentando borrar luces de la historia
cuando fuimos los reyes de todo este planeta.
Ni los niños aceptan la cobardía que existe
sin saber a esta altura del año de este siglo,
si son niños o niñas, si hombres o demonios
luchando por el sexo que fueron concebidos.
No hay para la vuelta un billete de vuelta,
debemos empezar de nuevo tantas veces
hasta que erradiquemos toda esta basura
que juegan con la vida tratando a sus hermanos
como despojo humano cerrándoles los ojos,
enterrar bajo el mármol de tantas sepulturas
donde sean enterrados cerradas con cerrojos.
Sepultarlos de nuevo clavando las compuertas
para que nunca salgan de nuevo del averno,
cobardes, mentirosos, asesinos, demonios,
sórdida humanidad arisca, vil, canalla
viviendo de la sangre por miedo a morir solos,
en su mundo creado en la noche profunda
por nunca haber amado agotando la vida,
y el corazón del mundo.
Quam magnus numerus arenae in litore est?
quam magnus numerus stellarum in caelis!
et maior numerus caecorum et surdorum
qui nesciunt audire vel videre pulchritudinem quam illis dedimus.
(Chema Muñoz)
Cuan grande es el número de granos de arena en la playa
Y cuan grande es el número de estrellas en los cielos,
Y cuanto mayor es el número de ciegos y de sordos
que no saben oír ni mirar la belleza que les hemos regalado.
Chema Muñoz©