EN EL SILENCIO DEL VOLCÁN 30
He creado de tus cenizas
las paredes de mi casa,
de tu sangre manantiales de calor
en ese gran desafío de vivir en la influencia
del temor de terremotos y erupciones de tu alma.
En tu creación y la mía hemos vivido en unión,
mis historias, tus vestigios han dibujado pasajes
de espacios de destrucción,
enriqueciéndote el suelo
hemos sido hombre y volcán
escenarios de la vida,
alzado comunidades, riquezas y agricultura,
dar de comer a los hombres, el temor por aventuras.
Sin volcanes en la tierra seria desolación,
sin volcanes la tierra sería de muerte
por faltarle la humedad,
con ellos es aún más cálida la vida,
amotinándose riscos, abriendo caminos nuevos
entre las selvas rebeldes.
Los valles se ven más verdes
a la orilla de un volcán,
luchando entre sí los bosques,
crecer más alto pinares,
viendo morir a millares
las sombras de los incendios
alzando en escalinatas
a las cumbres de sus sueños,
creyéndose así los dueños,
cantos de los huracanes,
como el rugir de leones
en lejanía por las noches.
Mi mano tocando el cielo,
naciendo fuego en los sueños
y en tu boca de cenizas
delirios de un corazón
encendiéndose en tormentas,
descendiéndose en silencios
hasta acariciar su sangre con el vapor de su lava.
A la orilla de la mar
donde el volcán y los hombres
se juntan en ese oscuro canto
al amor de la candente lengua
que nace en la tierra formando
nuevos caminos para el hombre,
sacrificios de hombre y volcán
en una historia común
sembrada de un fuego interno,
de magmas y envidias traídas
desde los tiempos de un siempre,
acabados, renovados por los tiempos
bien nacidos que siguen deseando destrucción para hombres y volcanes.
¿Qué dirían aquellos que reparten bondades a precios de cielo?
así será por siempre, volcán y hombre.
“usque ad consummationem saeculi” ¡Hasta el final de los tiempos!
Chema Muñoz©