AMOR A MEDIODIA
Vivimos apoyados sobre el larguero de un lecho,
tú a kilómetros de mi,
yo en la estrella
de los vientos. Chema Muñoz
La luna,
se revienta al mundo que se abre,
la luz que te imaginas asciende,
rueda y lame la piel que te recubre,
despistando tu cuerpo,
absorbiendo despacio
las cenizas que el tiempo te pinta en las auroras.
Eres a veces fuerza, a veces como ausencia
que retorna al aire de la alcoba,
y se escapa y te huye, y se eleva a la altura
que se elevan las aves luchando con el viento
al sol del mediodía, para darse de bruces
ascendiendo a tus brazos dormidos,
como ausentes, rompiendo los encantos,
dejándose volar amores, besos, llantos.
Lagartos me recorren los caminos,
desde mis párpados bajan los látigos lascivos de mis necesidades, los volcanes que asfixio mirando hacia otro lado, creyendo que su fuego no pudiera mirarme.
La noche es peligrosa,
atrae los alacranes que envenenan las venas,
y los timbales truenan
completando los ritmos con ciclos naturales.
Todo es un único sentido,
convergen en mí tus mismos epicentros.
Es difícil llegar hasta tu mediodía
cuando es en mi la aurora, la noche,
o solo es el silencio desde lo más profundo
de mi licantropía.
Cuanto me gustaría serte Fénix por siempre,
renacer cada día desde tus tiernas manos,
cubrirte de cenizas por todos tus volcanes,
apagando los míos que tanto dolor sufro.
Tantas veces soñara amarte a cada instante
despertando después, navegándome solo,
naufragando a tu lado con dos rumbos opuestos.
Si los ojos del alma no te hubieran mirado
aún disfrutaría en la luz que te añoro.
Mas los ojos no tienen ni el amor tiene riendas,
cabalgan sin norte y te traen y te llevan
por sombríos encuentros de rotos corazones.
Y tú, ladera de dos ríos, edificio a dos calles,
te sientes en ti mismo el pájaro más alto,
el silencio más fuerte, las voces del desierto
que rompen con sus ecos llantos como diamantes, bajo un sol que te aplasta con un amor intenso.
Chema Muñoz©