LA VOZ QUE FUE UN SUSPIRO 4
Quisiera estar de nuevo en aquellos entonces
cuando constantemente se caía el tirante de aquel suplicio,
aquellos precipicios dibujando futuros inciertos, mañanas oscuras,
ese porvenir que va de pasada y pasa de largo.
He querido olvidar y no he podido el sabor de lo añejo,
aquel torcido espejo que nos hizo ver de lado toda la niñez,
eran frías y tristes las noches, también las madrugadas,
fría la almohada, y fría la soledad en el sueño de aquel beso
que nunca besó mi boca y posó en otro nido.
Ahora no encuentro los caminos, creo que se perdieron,
o pasado el tiempo no existieron, o quedaron abrazados
en la farola que se abrazó a mi frente.
Que noches malditas aquellas de invierno lluvioso,
de lágrimas, de horas de espera, aislado en ese mar de tormentas
esperando a ver de vuelta llegar a la orilla de la vida
la botella que al socorro lancé con nuestro mensaje.
Hoy todo son rumores, humo, el barro en los zapatos,
se disfrazan los hados y enrojecen sus rostros, se abochornan,
andan cojas sus letras y despiertan suciedades enfermas
que enferman la razón.
Fueron buenos los años que aún tengo en mis manos,
aquella sensación, la suavidad caliente de la brisa en la tarde,
la cobarde intención de un te quiero cobarde que guardé
para siempre, mi primera canción, tu cómplice silencio,
y el placer de tenerte tal cual tú y yo nacimos, tal si fuéramos uno
siendo tú y yo todo en un solo racimo,
bebernos ese vino que nació desde entonces y que nunca bebimos.
Chema Muñoz©