Zaragoza era la capital del Reino de Aragón y tenía sus propios fueros y su propia legislación en materia de acuñación de monedas. A pesar de que Zaragoza acuñó reales a semejanza de los castellanos desde principios del siglo XVI, cabe recordar que la legislación en la Corona de Aragón era sensiblemente más compleja que la de Castilla. Las leyes que se aplicaban en Barcelona eran distintas a las de Valencia y éstas a su vez de las de Zaragoza.