Las almas también se agotan, no sólo la mente o el cuerpo se cansan.

Así como las plantas se ahogan, si les das mucha agua, las almas también se abruman, si les acercas mucho el hocico.

Y cuando llegan al límite, por no haber podido hablarlo antes, se marchan, pegan un grito, juntan sus cosas y buscan los bosques de algún clavel encantado, para alivianar la carga.

Sucede que sostener un vínculo es llevar una mochila, repleta de vocales y consonantes. Y a veces se mezcla todo, y no sale lo que el viajero desea como destino.

Aunque la intuición siempre susurra. Desde el cuerpo, que es el radar número 1.

El cuerpo es el mejor consejero, el amiguito más sabio.

Desearía que nadie tuviese que quedarse en un lugar o en un vínculo, cuando el cuerpo y el alma les dicen "BASTA".

Benditos sean aquellos que, vaya a saber bajo el manto de qué propósito, construyeron sus peldaños y empezaron a subir, aunque la escalera sea prestada.

Encaminados sean, entonces, los que están lejos de casa.

La naturaleza no se esfuerza por alcanzar nada. Sabe que está hecha de etapas.

Te devuelvo lo que nunca te pedí: las interpretaciones erróneas y las ideas que, en tu mente, supiste hacerte de mí.

Dame vos aunque sea la paz de que una vez fui feliz, no por la sangre, ni por las mañas. Sino porque "acerté" con la botella y el mensaje. El único rayo impiadoso por el que me dejo atravesar.

🩹♥️ Agustina Ferrand

📖 "Del amor yo sólo sé que la quería"

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