Si existen empresas como Twitter, Zappos y Southwest Airlines que destacan por su cultura empresarial, ¿por qué no son públicamente reconocidas firmas de abogados que destaquen por algo similar, más allá de su facturación y el número de “deals” que cierran al año? En un momento que exige replantearnos muchas cosas, ¿no será que necesitamos humanizar y darle sentido de propósito a la práctica legal?