En mi casa, el contenido no empieza con una cámara.
Empieza con una conversación.
Una vez, grabé una nota de voz hablando con mi mujer sobre mi vida, mi trabajo, y mi deseo de hablar con su abuela.
Ella no habla inglés. Pero yo quiero que conozca mi historia. Quiero que sepa que aunque no nací hablando español, nací con amor para su familia.
Quiero contarle cómo la fe me enseñó a ver el contenido no como estrategia, sino como servicio.
Quiero que entienda por qué uso mi micrófono para crear confianza y no solo viralidad.
Quiero que me escuche decir:
“Abuela, estoy aprendiendo tu idioma.
No por obligación.
Por amor.”
No fue una publicación para LinkedIn.
No fue parte de una campaña de marketing.
Fue solo yo, mi diario, y una nota de voz sincera.
Porque antes de ser un creador,
yo soy su nieto.
A Voice Memo for Grandma
In my house, content doesn’t start with a camera.
It starts with a conversation.
One time, I recorded a voice memo talking with my wife about my life, my work, and my desire to speak with her grandmother.
She doesn’t speak English.
But I want her to know my story.
I want her to know that even though I wasn’t born speaking Spanish, I was born with love for her family.
I want to tell her how faith taught me to see content not as strategy, but as service.
I want her to understand why I use my mic to build trust—not just go viral.
I want her to hear me say:
“Abuela, I’m learning your language.
Not out of obligation.
Out of love.”
It wasn’t a LinkedIn post.
It wasn’t part of a marketing campaign.
It was just me, my journal, and an honest voice memo.
Because before I was a creator,
I was her grandson.