El amor humano encierra un misterio que desemboca en el mismo misterio de Dios. Dios quiere comunicarse a la humanidad tal como el esposo a la esposa, y esto ya se realizó en la persona de Cristo. Algún día Dios será todo en todos, pero, para llegar a este término, se exige que el hombre se olvide su pueblo y su familia, es decir, convierta sus pensamientos y sus costumbres a los de Dios.