Es muy difícil encontrar en nuestra experiencia religiosa a líderes que no estén buscando de alguna manera explícita o “subliminal” conseguir fama, prestigio, status o reconocimientos. El Evangelio nos ofrece un modelo digno de ser estudiado, profundizado y asumido con seriedad en la vida personal y pastoral de todos los que prestan un servicio de liderazgo.